Cuidar el medio ambiente a través de la alimentación, ¿es posible?
- Aitana Vallés
- 24 abr 2019
- 3 Min. de lectura
La alimentación ecológica es una alimentación basada en productos de origen natural que poseen propiedades biológicas activas y beneficiosas para la salud. Pero, ¿qué quiere decir esto exactamente?
Hablamos de productos sin conservantes, ni aditivos, ni trazas de pesticidas que no ponen en riesgo la salud. Las principales diferencias entre los alimentos ecológicos y los productos de producción convencional residen entre otras cosas en la calidad del producto, el respeto por el productor y el medio ambiente, y una creciente inquietud por la salud de los propios consumidores.
Además, publicaciones en The Journal of Agricultural and Food Chemistry indican que las frutas y verduras orgánicas contienen mayor cantidad de antioxidantes. Varios estudios llevados a cabo han mostrado que los antioxidantes tienden a tener mejor impacto sobre el organismo cuando provienen de alimentos orgánicos. Los alimentos ecológicos tienen mejor sabor y son más aromáticos debido a que mantienen su ritmo de crecimiento natural, sin sufrir ningún tipo de intervención para acelerarlo.
¿Cómo identificar los alimentos ecológicos?

Cuando lo acredita el sello bio europeo. Este certificado nos garantiza un producto libre de pesticidas, por lo tanto más sano que uno convencional y obtenido con técnicas de producción respetuosas con el medio ambiente; pero la Euro Hoja no va a impedir que unas galletas de chocolate hayan sido producidas a 5.000 kilómetros de distancia y no en las mejores condiciones para los productores o con grasa de palma de 7.000 kilómetros de distancia.
Según el informe recientemente publicado por la revista científica Advances in Agronomy, la producción ecológica contribuye substancialmente a la mitigación del cambio climático. En promedio, las explotaciones ecológicas tienen un 44% más de ácido húmico, un 150% más de ácido fulílico, un 26% más de potencial para el almacenamiento de carbono a largo plazo y un 13% más de materia orgánica en el suelo.
Es por tanto, en esta convergencia del interés climatológico, el medio-ambientlista y la salud y ética del modelo de producción y de sociedad que los consumidores prefieren los productos ecológicos a los convencionales.
El principal público consumidor de estos productos se sitúa en los nacidos entre 1984 y el año 2000, aunque no podemos determinar un algo de edad 100% consensuado.
La alimentación infantil, por ejemplo, se sitúa como uno de los segmentos de mayor desarrollo dentro del mercado ecológico español. Éste continúa creciendo a nivel de mercado interior con 1.656 millones de euros, y en lo referente a gasto per cápita, con unos 36,33€ al año, pese a seguir siendo un 1,69% del total del mercado. Según el Estudio Iri: El consumo Eco y Bio en España 2017, las ventas se dispararon un 90% entre 2016 y 2017, a la vez que el sector alimentario infantil no ecológico reducía sus ventas casi un 3%.
Por su parte, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente intenta fomentar este consumo, con iniciativas como la creación de la red internacional Green4life, pretende crear una red de intercambio de experiencias y transferencia de conocimientos. Con ello, se promueve el uso moderado de recursos, a través de la sensibilización social de los problemas ambientales relacionados con el uso del agua, los residuos, la energía… y donde también está incluida la alimentación ecológica, que ayuda a reducir el impacto en el medio ambiente. En el año de ejecución del proyecto se beneficiaron más de 1.500 personas, que han visto reducido su consumo de agua y energía, así como sus residuos. Asimismo, se ha hecho hincapié por una alimentación basada en productos locales.
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